La semana pasada al leer un artículo sobre los innumerables estudios,
ensayos y publicaciones sobre los
acontecimientos suscitados hace más 500 años en las templadas tierras de
Caxamarca, en la jurisdicción del Chinchaysuyo. Aunque numerosos estudiosos
han debatido y propuesto
los posibles escenarios vino a
mi memoria el querer recrear como
fue aquel episodio de la llegada
y encuentro de los españoles con el Inca
Atahualpa.
Sin embargo intentar recrear un evento de tal envergadura tiene sus dificultades,
puesto que al no existir un consenso
uniforme o casi general por parte de los estudiosos de ayer hoy y posiblemente del futuro también, solo nos queda y digo que nos queda imaginar
en base a las fuentes
escritas procedentes del siglo
XVI y XVIII, como también de prolífica obra existente sobre la historia de
las indias occidentales que abunda en ambos
continentes.
Para tal efecto debemos hacer una diferencia
entre las relaciones dejadas por los hombres que acompañaron al Marqués
Francisco Pizarro (y debo empezar con esta notable aclaración, puesto
que dicho título fue otorgado por el Rey Carlos V a través de su representante
legal producto del acuerdo o tratado
firmado en España para el descubrimiento
y conquista del Perú.) así como también de las crónicas escritas por las siguientes generaciones de españoles, asimismo las
compilaciones mandadas a redactar por los primeros virreyes de la colonia.
Pues
hasta nuestros días, los anales de la historia del Perú como país libre y soberano, no solo se remontan al
célebre “balconazo” dado por el excelentísimo General Don José de San
Martín en 1821, sino también a
aquel fatídico episodio acaecido aquella tarde del sábado 16 de noviembre de
1532, en la llacta de Caxamarca.
Hoy en día, a los años que llevo a cuestas en
esta mi vida terrenal mis platicas y tertulias
sobre este acontecimiento tan
memorable y significativo en nuestra
historia nacional, tiene mucho más que
la captura del máximo soberano de un estado autóctono que se mantuvo aislado del resto del mundo por más de
cinco mil años. Los incas
que los españoles conocieron hace quinientos años fueron
el producto social de aquel foco civilizador que se inició
en Caral, y que aunque suene triste aun, pocos peruanos han bebido de ese elixir de conocimiento y la
connotación que esto significa.
Me animo a decir que con la ayuda de los
avances tecnológicos de hoy en día, tal vez las nuevas generaciones de jóvenes peruanos y no tan jóvenes también puedan ser cautivados
por el inexorable halito de misterio que envuelve a nuestra verdadera
identidad cultural y puedan forjar en cada uno de ellos, el molde
requerido para crear un hito, un
referente histórico y así poder lograr como un verdadero conglomerado humano y social, un
sincerado concepto de madre patria, el
significado y el porqué de esas dos silabas que conforman el nombre de este país, crisol de razas y de herencia multicultural para toda la humanidad.
Y digo de toda la humanidad, no con un sentido patriótico, puesto que primeramente
tuve yo mismo que quitarme esa
venda de mis ojos, y así comencé desde
muy pequeño a creer en la enorme herencia cultural dejada por nuestros ancestros oídas en primera instancia a mi padre a quien debo agradecerle no solo el haberme
procreado, sino también por haber
motivado mi apetito por la historia, luego a través de los libros de la copiosa
biblioteca que mi progenitor tuviera, así
me inicie en el conocimiento de antiguas sociedades y culturas, nunca
olvidare aquellas revistas
de tipo vintage, que mi abuela paterna tenia acumulados en sendos baúles
de madera hoy casi extintos, recuerdo
aquellos días de mi niñez enfrascado en
devorar uno a uno cada revista,
no solo atraído por los dibujos de los cuales también copie afición, sino por las historias
narradas a manera de historietas, así
en ese pequeño universo puesto a mi disposición tuve en mis manos el portal para adentrarme en la imaginación de un faraón
Akenaton con formas femeninas, el oscuro
mundo religioso de los egipcios y mi
primera impresión del libro de los
muertos y la escritura jeroglífica tan famosa de aquella civilización, como no
olvidar también aquellas historias de la
cultura paracas y la trepanación craneana, logro de la cirugía precolombina, así
estos episodios fueron repitiéndose durante
mi primaria y secundaria, ahonde
mis conocimientos de manera autodidacta, así pude comprender el espíritu
que llevo a componer su vasta obra
literaria al gran amauta José Carlos Mariátegui.
No debo olvidar la colección de álbumes acerca de historia, biología
y otras materias tan populares entre la
niñez y juventud de los años 70s y 80s, muchos
lectores de aquellas generaciones recordaran con nostalgia, el
juntar y/o pedir propina a los mayores
para comprar las figuritas o intercambiarlas con aquellas
que eran de gran estimación y búsqueda dada su escasez, no me adentrarse más en
este propósito a fin de no desviarme del
tema.
Hoy en
día todo ha cambiado, a veces mi imaginación futurista esboza los edificios que serán edificados y que irremediablemente cambiaran el
fondo de la vista de la costa verde desde una perspectiva de un
aguzado fotógrafo desde el malecón chorrillos.
Y sin ir a menos quienes no muden rápidamente sus hábitos actualizándose a
las tendencias, les invito a leer un articulo interesante denominado
aqui dejo el enlace,
http://digitalrepository.unm.edu/abya_yala/78/
Title Alternative
The Wawki war : the objectives and mechanisms of rivalry among the Incan elite, 15th-16th centuries
aqui dejo el enlace,
http://digitalrepository.unm.edu/abya_yala/78/
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